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El golpe

“España” no usó la fuerza contra “Cataluña”. Fue el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (la justicia está descentralizada en España) el que dio instrucciones a la fuerza pública de detener el referéndum ilegal que organizaron los partidos separatistas. (Un golpe de Estado puede empezar a golpe de tuit, pero difícilmente termina con un emoji...) Lamentablemente hubo heridos de lado y lado.

Que Serrat y Albert Boadella, el fundador de Els Joglars, sean tachados de fascistas por no apoyar ni la independencia ni un referéndum ilegal da una idea del errático camino que ha tomado el secesionismo.

Hoy no hay que preocuparse por los separatistas; están bien. Ahora hay que pensar en la mayoría de catalanes constitucionalistas. Los que no quieren la independencia sufrirán, ya lo sufren, el acoso de los independentistas.

La “independencia” también es una cuestión de clases. Una abrumadora mayoría de la alta burguesía catalana y los descendientes de cuatro abuelos catalanes quieren separarse de España. La clase media y las clases menos favorecidas, incluidos los emigrantes, prefieren quedarse en España. Son datos publicados por El País con estadísticas del gobierno catalán. Que grandes empresarios y catalanes pata negra se alíen y deleguen en grupos antisistema no hace sentido en absoluto. (Pero es lo que produce el populismo, que nadie sabe para quién trabaja). Hay quien habla del silencio culpable. Nada en este proceso tiene sentido y mucho menos sentido democrático. En las últimas elecciones, los partidos independentistas obtuvieron el 47% de los votos. Cuando el apoyo a la independencia comenzó a bajar en las encuestas... los secesionistas apretaron el acelerador.

No; Cataluña no está oprimida ni España le roba. Y tampoco: ni Serrat ni Boadella son fascistas.

IAzpun@diariolibre.com