El mejor momento

Los Nuevos Optimistas cierran el año tratando de convencernos de que la Humanidad nunca había estado tan bien como en la actualidad. No es ficción, es la tesis que sostiene Matt Ridley en su obra El optimista racional y que mira el mundo desde la perspectiva que dan los datos, los números. Lidera a un grupo de intelectuales decididos a que ser cínico y apocalíptico no sea mejor valorado que ser optimista.

En Europa, los que vivieron la Segunda Guerra Mundial se ríen de las “quejas” de los treintañeros. Nunca, decía ya hace años el autor y psiquiatra Luis Rojas Marcos, ha habido tanta gente viviendo en condiciones buenas o aceptables como en este momento de la Humanidad. Y nunca se han hecho tantos esfuerzos para erradicar el hambre, las enfermedades, la pobreza...

Para los que se consuelan en las comparaciones: estamos en el lado correcto del Atlántico y rodeados de países con problemas más graves que los nuestros: Puerto Rico, Venezuela, Haití... Eso ayuda a prever.

El avanzamos a pesar de todo (y a pesar de algunos) es el espíritu con que merece ser recibido un año nuevo. Los propósitos tradicionales se incumplirán si es que se llegan a hacer, las facturas van a llegar con la misma e incómoda regularidad y los problemas personales exigirán como siempre buen temple para recibirlos, inteligencia para manejarlos. La mala memoria también ayuda a superarlos...

Si el propósito (en el fondo siempre es el mismo) es ser feliz, conviene recordar cada final de año –antigua sabiduría popular– que puede ser feliz quien está razonablemente satisfecho de lo logrado, tiene un proyecto futuro y alguien que le quiera... IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún