El no retorno de las dictaduras

Nadie puede negar el impacto que ha tenido la denominada “era de Trujillo” en la historia dominicana de los últimos cien años.

En términos de orden y estilo de gobernar, Trujillo es una especie de punto intermedio entre la falta de control de los gobiernos de los tiempos de “Concho Primo” y el libertinaje de los intentos democráticos posteriores a la caída del régimen.

El estilo de mando de Trujillo condicionó actitudes sobre el uso de la fuerza, la cultura ciudadana y el concepto de gobierno que todavía ejercen una notable influencia en el comportamiento de los dominicanos, a pesar de que ha pasado más de medio siglo desde su desaparición física. Por eso se ha dicho que Trujillo creó el modelo de Estado que ha influenciado la forma de gobernar en el país en los últimos 50 años.

Para analizar el régimen de Trujillo hay que ubicarse en una apropiada perspectiva histórica. Trujillo se impuso a sangre y fuego, y aseguró un orden como no había conocido antes el país. De cientos de caudillos en toda la geografía nacional, quedó uno solo que controló todas las actividades de la vida nacional.

Pero era un orden sin seguridad. Nadie estaba libre de ser asesinado o condenado al destierro interno por cualquier hecho inocente que resultara mal interpretado.

Por más deficiente que resulte la imperfecta democracia que nos hemos dado, siempre será infinitamente superior a los horrores que se vivieron en la “era”, porque ahora nos podemos expresar, desarrollarnos personal y profesionalmente y vivir sin el peligro de que al “jefe” de turno le “coja” con una de nuestras hijas.

Por eso, ese período no puede volver.

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Adriano Miguel Tejada