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Narcotráfico
Narcotráfico

El premio

Hasta ahora, la sociedad dominicana ha premiado lo malo. Un narcotraficante recibe todos los elogios por su fortuna, su forma de vivir, su “desprendimiento” y sus lujos. Todos envidian sus carros último modelo de las marcas más caras y la galería de amigos que ostentan.

El que roba en el Gobierno, “se defiende”; el que no hace fila y se come todas las luces rojas que encuentra en las calles, es un “león” y un “vivo”. El que tiene años robándose la luz encuentra defensores, al igual que el contrabandista y el vendedor de artículos pirateados. Con esos ejemplos esta sociedad no va para ningún lado. En vez de la isla de Santo Domingo, esta es la Ínsula Barataria, o La Tortuga de los tiempos de los bucaneros.

La República Dominicana, si quiere ser un país en el que todos querramos vivir, tiene que comenzar a premiar al ciudadano que paga sus impuestos, que respeta las leyes y que vive con lo que gana. Tiene que dejar de perseguirlos, de humillarlos y de desalentarlos.

¿Por qué tiene la Policía que quitarle el motor a un vendedor de pan o al trabajador que transita hacia su trabajo, si no ha cometido una falta grave?

¿Por qué somos los mismos los que pagamos más impuestos cada vez que el Estado necesita algún dinero?

¿Por qué al ciudadano ejemplar, al maestro, al bombero, al policía honesto, a la enfermera, no se le paga “su especialidad” para que lleve una vida decente?

Los países crean un tejido social sano cuando premian el mérito y condenan la ilegalidad y el robo. Cuando premian la honradez, la vida humilde, pero decente del hombre y de la mujer común. (Publicado el 7-7-2006)

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