¿Falló la supervisión?

No caigamos en la candidez de volver a decir: “falló la supervisión en la OISOE”. Quizá no falló nada. Es más realista pensar que el sistema en el que nos desenvolvemos está organizado para que esas cosas ocurran. Las lecciones de este caso van más allá:

1. Unos ingenieros no denuncian porque dependen de que el gobierno les dé esas obras. Es su oportunidad de trabajar en un país con un problema de desempleo que la informalidad apenas mitiga.

2. El gobierno paga primero a quien está bien conectado o a quien reparte su cheque con alguien “ahí dentro”. Nadie ha tenido la fuerza de romper esto. Ni los que aceptan pagar “peaje” ni los que designan a los que lo cobran. Hay quien no trabaja para el gobierno sencillamente por ese problema.

3. Las obras públicas parecen estar tan sobrevaloradas que las ganancias cubren la obra y la ganancia de cuatro o cinco intermediarios. (Legales e ilegales).

4. La duplicidad de las instituciones, en este caso el Ministerio y esta Supervisora, nos cuesta millones no sólo en nómina pública innecesaria. Obviamente se duplica la posibilidad de articular estructuras mafiosas.

5. El retraso en el pago tanto del gobierno como del sector privado lleva a la ruina a empresas y empresarios que podrían ser exitosos si contaran a tiempo con el dinero que generan.

6. Este país no es pobre. Basta ver la cantidad de fortunas que se pueden hacer con los impuestos que pagamos los pocos que pagamos impuestos

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún