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Globalización y valores (2)

Si hemos de creer a Zygmunt Bauman, el destacado sociólogo y filósofo polaco, vivimos una modernidad líquida, en una sociedad líquida o un amor líquido, conceptos que definen la época actual en el cual las realidades sólidas de antaño, como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido.

El de hoy, es un mundo más precario, provisional y ansioso de novedades.

Para Bauman, los miembros de las sociedades actuales “están acostumbrados a un tiempo veloz, seguros de que las cosas no van a durar mucho, de que van a aparecer nuevas oportunidades que van a devaluar las existentes. Y sucede en todos los aspectos de la vida”.

Entonces, “todo cambia de un momento a otro, somos conscientes de que somos cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre... Esto crea una situación líquida. Como un líquido en un vaso, en el que el más ligero empujón cambia la forma del agua.”.

Como ha escrito Cinta Barreno, “los triunfadores en esta sociedad son las personas ágiles, ligeras y volátiles... Personas hedonistas y egoístas, que ven la novedad como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como un ímpetu y lo híbrido como una riqueza.”

En una sociedad líquida, sin ataduras ni compromisos, los objetos son desechables, los empleos son temporales, el matrimonio no es para siempre, y las instituciones que crearon y afirmaron la sociedad de antaño, no son reconocidas como válidas. Por tanto, se impone crear unas modalidades nuevas de lazos sociales basados en unos valores considerados como nuevos, para dar sentido a las nuevas realidades. Continuaremos.

atejada@diariolibre.com