La eterna pelea del peatón por su espacio
Santo Domingo es una ciudad realmente difícil para pasear. Su crecimiento desordenado, las estrechas aceras invadidas por negocios formales e informales, la naturalidad con que los carros son parqueados de cualquier manera expulsan al peatón a la calzada.
Son problemas eternamente denunciados y siempre manejados con timidez. En la lucha del peatón por su espacio... el ciudadano a pie suele perder.
La Ciudad Colonial pretende ser el germen de una nueva cultura ciudadana. Un modelo de ciudad a escala humana, de movilidad, servicios y convivencia recuperados. Los trabajos van despacio, pero nadie pierde la esperanza de que algún día se completen.
Ahora ha surgido otro problema. Se alquilan unos artefactos eléctricos, mezcla de patinetas y motores, que serpentean entre los peatones, invaden a toda velocidad las aceras, van en dirección contraria... y no hay manera de detenerlos o de que alguien les llame al orden.
Es un problema que se ha debatido, con diferentes soluciones, en otras ciudades. ¿Son vehículos para la calzada o para la acera? ¿Deben manejarse con permiso o licencia o en realidad son un “juguete” para adolescentes? ¿Quién paga los daños sin empujan a alguien al suelo? (Ha ocurrido en muchas partes).
Las ciudades no son estáticas y se mueven a la velocidad y en la dirección en que lo hacen sus habitantes. Pero para todo hay reglas, debe haberlas, y la tendencia a proteger los derechos del peatón (incluidos los que tienen alguna dificultad) son de obligado cumplimiento para cualquiera que trabaje para la ciudad.
(Ambientalmente sostenibles pero no para el peatón.)