La izquierda que se momificó en el camino

Al desastre económico y político que empuja a Venezuela hacia una guerra civil hay que añadir, en palabras de Noam Chomsky, “la corrupción, y el robo, que han sido extremos, especialmente después de la muerte de Chávez”.

Había que citar a Chomsky, gurú de guruses, gurú del mismo inventor de la revolución bolivariana, para que nadie atribuya tal ingrediente a la propaganda de la extrema derecha o al Imperio, con más olor a azufre que nunca, ahora que está Trump.

El chavismo se empeñó en copiar e imponer el modelo ya fracasado que aplicó Cuba. Había quedado demostrado que el castrismo no fue una buena idea que se perdió con el tiempo. Fue una mala idea desde el principio por su innegable componente dictatorial.

Maduro es ya un dictador. No respeta las reglas de la democracia ni las instituciones. Las cambia o replica cuando no le dan la razón. El chavismo ha terminado con la libertad de prensa y de expresión, encarcela a los disidentes políticos, mata a los manifestantes. Ha destruido el tejido productivo, arruinado el campo, expropiado tierras y empresas. Ha hundido PDVSA, la joya de su corona, la base de su economía.

Y si todo esto se sabe... ¿por qué una parte de la izquierda se empeña en no censurar un régimen abiertamente totalitario? ¿En qué parte de la historia se atascó? ¿Qué argumento puede esgrimir para que todavía Maduro y su banda tengan resquicios de opinión favorables en el contexto internacional? ¿Cuánto dolor se ahorraría Venezuela si presionáramos todos, si la susodicha “izquierda” apoyara al pueblo venezolano y no al dictador? (Realmente... ¿qué les pasa?) IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún