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Los Ortega, ese excéntrico matrimonio

Mientras la OEA estudia expulsar a Nicaragua por la deriva autoritaria de su gobierno, la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del presidente Ortega, anuncia grandes victorias en el 2019 “porque de la mano de Dios estamos construyendo todos los días victorias de paz.” No se sabe bien si esa es la fe de los sandinistas, de los ex sandinistas o de los neo sandinistas. Es el lenguaje de un pasado ya casi remoto impuesto a la fuerza, en su deriva, a un pueblo que ya no sabe cómo sufrir más.

La crisis social, económica y política que estalló por unas protestas originadas por unas medidas sobre las pensiones, ha provocado una contracción del 4% de la economía nicaraguense.

Pero las movilizaciones contra Ortega no vienen solo de la OEA. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, CENIDH también rechaza las medidas tomadas contra organizaciones de la sociedad civil, a las que se les cancela su personalidad jurídica. Es su propio caso. O el cierre de los medios de comunicación que adversan el régimen que se denuncian en los foros de periodistas.

Las razones que da la Asamblea Nacional, fiel a Ortega, para tales abusos se resumen en el manido “actos para desestabilizar el país”. Es un cliché que dice todo porque no dice nada. Equivale a un “porque lo digo yo” o un “aquí mando yo y usted no tiene nada que decir. ”

Las organizaciones internacionales han demostrado poca capacidad de reacción ante las derivas autoritarias. La amenaza de expulsión no es nada que asuste a un régimen militar. Es más, le da razones para el victimismo y para vender la carta del nacionalismo unificador, pero algo hay que hacer...

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