Los países no quiebran, decían...

Puerto Rico devastado. Todavía hoy, a más de un mes del paso del huracán María, llegan malas noticias de la isla. Ciudades y comunidades a las que no ha llegado aún la energía eléctrica. Empresas cerradas, despidos masivos. Vieques y Culebras... no se sabe mucho.

Para los optimistas, este debe ser el punto de arranque de una nueva etapa porque, la verdad es que... las cosas tampoco iban bien antes de la tormenta. Siguen los vuelos colapsados, de la cantidad de gente que abandona y busca en Estados Unidos otro comienzo.

Y sale, indefectiblemente, el tema de la deuda. Puerto Rico estaba quebrado antes del desastre, incapaz de pagar los préstamos que por años había tomado como parte de una política de endeudamiento irracional.

Aquí en República Dominicana, insisten los políticos (no solo del gobierno) no hay que preocuparse. Nuestra capacidad de endeudamiento es todavía amplia, insisten. Pero las primeras alarmas están sonando. No parece que la capacidad de endeudamiento sea manejable a otros niveles. La nueva liberalización de fondos del encaje legal parece indicar que la anterior operación no fue tan aprovechada.

La presión de los bancos privados por colocar préstamos entre sus clientes es extrañamente insistente. Aumentamos el límite de su tarjeta, tiene un préstamo preaprobado. ¿No necesita un préstamo hipotecario, quiere cambiar de carro, irse de viaje, estudiar...?

Al final de la cadena, si el consumidor no consume... el productor tampoco tiene interés en producir más.

Los países no quiebran, se decía antes. Hasta que se demostró que sí, que el endeudamiento de los estados es tan peligroso como el de los individuos.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún