Los políticos y nosotros

La próxima inauguración de la Brillante Navidad obliga a retomar el tema de la responsabilidad de los cargos públicos y de la actitud ciudadana hacia su desempeño.

No hay que vivir en los alrededores del Parque del Conservatorio para entender que es un punto particularmente poco indicado para organizar espectáculos de masas. La proximidad de dos hospitales, las rutas de alto tráfico que lo bordean, la falta de parqueos, de baños, el delicado equilibrio ambiental de un parque en medio de la ciudad... son circunstancias que cualquier urbanista reconoce como contrarias a congregar a miles de personas y de vehículos.

¿Por qué un alcalde se toma la organización de un parque de atracciones temporal como si le fuera la vida en ello? ¿Por qué se niega a a escuchar las alegaciones de los vecinos? ¿Por qué no contempla la posibilidad de buscar un mejor lugar?

Porque puede. Porque no le importa. Porque cree que le hace ganar votos aunque se dañe el sector y el parque.

¿Por qué aceptamos este exhibicionismo populista y no exigimos que los mercados, los cementerios, las aceras, reciban el cuidado que el Ayuntamiento está obligado a servir? ¿Por qué los patrocinadores no piensan en actividades menos ruidosas, menos conflictivas? ¿Por qué no ayudan -ellos, el alcalde- a construir una mejor ciudad? La Santo Domingo real, no la de los farolillos y las bocinas...

Santo Domingo no está bien. Ni siquiera está mejorando... Cuatro millones de bombillitos no ocultan la falta de voluntad para atajar los problemas reales.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún