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No nos confundamos...

El incidente provocado por un grupo de estudiantes en el antedespacho del Procurador General de la República no es tanto un mensaje de “cero impunidad con la corrupción” como “qué mal funciona el sistema de seguridad de la Procuraduría...”

Si un grupo de estudiantes puede “atrincherarse” en el antedespacho del Procurador en este momento... tenemos un problema. Si se decidió no expulsarlos para no parecer “poco dialogantes”... tenemos otro.

El principio de autoridad no se respetó; el derecho a la protesta no tiene nada que ver con “colarse” en la zona de seguridad de un alto funcionario. Un servidor público no tiene por qué recibir a todo el que se ocurra aparecerse. Y eso ni siquiera es un tema de idiosincrasia. Fue un fallo en la seguridad del Procurador General de la República en un momento especialmente complicado.

Pongamos que no, que no fue un problema del equipo de seguridad. Que recibieron la orden de no expulsarlos. Que el problema de “imagen” pareció más complejo de lo que en realidad es y que se decidió que la foto de unos estudiantes expulsados vociferando era comprometedora.

No lo era. Uno protesta en el lugar y en el momento adecuados. Con todos sus derechos y toda la responsabilidad que acarrea protestar incluyendo su identificación, para empezar. Bien identificados y en un lugar que no cree una situación de peligro para nadie.

¿Fue excesivo el gas pimienta? Fue inapropiado, el despacho del Procurador General de la República no es un sitio adecuado para ir tirando gas pimienta.

Los estudiantes tienen derecho y razón para gritar lo que gritaban. Lo que no tienen es derecho a invadir el área privada de una oficina pública. No nos confundamos.

IAizpun@diariolibre.

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