Por suerte o por desgracia...

Por suerte o por desgracia, la Marcha Verde no ha sido capitalizada por ningún líder de la oposición. No parece que haya un claro beneficiario de este movimiento popular que sigue sacando músculo en sus convocatorias. La próxima -el 16 de julio- será un termómetro, pues sin duda que será comparada con su primera demostración capitaleña.

El movimiento verde es demasiado amplio como para poder presentar una idea compacta. (Incluye el FALPO, de ideología, carácter y métodos antidemocráticos). Hay partidos consolidados y partidos incipientes. Hay versos sueltos y grupos muy organizados. Y recibe el apoyo decidido de mucha gente enfadada con razón.

Su motivación (no a la impunidad, guerra a la corrupción) es inobjetable. Es más, no respaldar ese enunciado sería un error imperdonable de cualquier grupo con intereses políticos. Pero de pasar de ahí a ser un proyecto político con posibilidades electorales hay un mundo.

Ciudadanos y Podemos rompieron el bipartidismo en España. Macron hundió a los republicanos y a los socialistas en Francia, y Davidson ha dado un golpe fuerte al independentismo escocés. La política da sorpresas, pero... ¿es la Marcha Verde uno de estos casos? ¿Les basta a sus organizadores con ser el catalizador de un sentimiento popular? ¿Quieren algo más?

La Marcha Verde no puede desinflarse, ese sería el suicidio político de algunos de sus endorsantes, pero todavía no puede saltar al ruedo electoral sin tener una organización ni proyecto definidos. Pedir una Asamblea Constituyente está fuera de tiempo y recusar jueces, fuera de tono.

Pero algo se mueve y eso ya es algo alentador.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún