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Que se acaben los privilegios

Con la reforma del Código Tributario en los años del 1990, las empresas debieron desmontar todo un andamiaje de privilegios para sus empleados que incluían gastos de relaciones públicas, asignaciones de combustible, pagos por uso de vehículos y un largo etcétera, pues la autoridad tributaria entendía que esos pagos en realidad formaban parte de un salario encubierto y así evadir al fisco. Esa es la regla hasta hoy aunque siempre hay alguien que busca burlar la regla.

Se hace perentorio que se aplique una regla similar en el Estado dominicano para evitar que algunos funcionarios se sirvan con la cuchara grande.

Es absolutamente inmoral que un funcionario se jubile, sin tener la edad ni los años de servicio requeridos, con una pensión cercana al millón de pesos mensuales. Ni siquiera el Presidente de la República que tiene las más importantes responsabilidades del Estado recibe esos montos por sus servicios al país.

Lo mismo puede decirse de otra inmoralidad: el “barrilito” y el “cofresito” de senadores y diputados.

Los senadores tienen un salario base de RD$320,000 mensuales a lo que se suman, $50,000.00 de gastos de representación; $25,000 de viáticos; $25,000 de dietas, $3,500 por sesión y $2,500 por cada reunión de comisión. Los diputados, por su parte, tienen un salario de $175,500; gastos de representación por $35,000; $45,000 de dieta. A esos beneficios hay que agregar dos exoneraciones de vehículos (siempre de lujo) y los barrilitos que en el caso de los senadores de las provincias más pobladas llegó a ser de más de 40 millones de pesos en los cuatro años de ejercicio. ¡Hay que acabar con eso!

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