Sobre el juego y los legisladores

En medio del caso más escandaloso de corrupción (que conozcamos y por ahora) y siempre a las puertas de una reforma/ajuste/subida de impuestos... sus señorías aprueban dejar fuera de una Ley Contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo las bancas de apuestas ilegales.

No, eso no puede ocurrir. Por el lavado de dinero que puede tener origen delictivo, por la evasión de impuestos, porque premia al que hace las cosas mal y perjudica al que se regulariza. Porque la decisión revela una simpatía excesiva de los legisladores por el juego, porque quizá tenemos demasiados zares de las apuestas con capacidad para acomodar las leyes que les regulan. Porque las bancas ilegales multiplican la informalidad. Porque si generan riqueza deben pagar impuestos. Porque muchas bancas son el negocio de políticos, militares y policías, que así corrompen la legalidad dos veces.

En definitiva, porque si seguimos evitando a los que hacen las cosas mal estamos abocados a ser el paraíso de la informalidad, del lavado y el escaqueo.

Todo eso por un lado. Por el otro... pensemos en los legisladores. En cómo orientan su trabajo y entienden su función. Sus obligaciones.

Los partidos no terminan de leer el delicado momento político. No fueron elegidos para repartir funditas y su entusiasmo a la hora de aprobar créditos está -después de Odebrecht- bajo el escrutinio público. Finalmente.

A las bancas ilegales hay que perseguirlas, cerrarlas. Si las autoridades no combaten la evasión en todos los sectores (empezando por la legislación) no tienen autoridad moral para presionar a los negocios formales.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún