Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales

Tanto importa el qué como el cómo

El problema de firmar el Pacto Mundial sobre Migración, también llamado Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, no es tanto lo que se dice en él como lo que no se explica.

Como casi todas las declaraciones de organismos internacionales, está escrita en el lenguaje inobjetable de las buenas intenciones y los más altos ideales. Por supuesto que hay que respetar los derechos humanos de todos los desplazados. Por supuesto que hay que combatir la violencia, con énfasis en la violencia sexual contra mujeres y niñas. Por supuesto que hay que luchar contra la xenofobia. Nadie puede negarse a firmar un documento que persiga tales objetivos. ¡Ni siquiera son negociables!

Lo que no se explica en el documento es cómo algunos países pueden absorber determinadas oleadas comprometiéndose a facilitar, por ejemplo, la vivienda que las Naciones Unidas declaren necesarias para los desplazados, a incluir en el sistema educativo en un breve lapso a todos los niños refugiados (dependerá de cuántos y a dónde lleguen) o reasentar a los refugiados con planes de inserción laboral o programas educativos.

El documento plantea el escenario ideal. Falta entender cómo se interpreta el compromiso o cuáles son las sanciones (y quién las aplica) en caso de que no se cubran en su totalidad. Todas las migraciones tiene el mismo origen: el deseo, la necesidad de supervivencia. No todas son voluntarias ni tienen vocación de ser definitivas.

Tampoco todos los países pueden aceptar migraciones sin desequilibrar su identidad nacional, económica y social. Las condiciones del país receptor también cuentan.

TEMAS -