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Estafa
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Todos al servicio del “profeta”

T.B. Joshua, un predicador evangélico que promete curar a los enfermos recibió una atención desproporcionada por parte del gobierno. No hay mucha discusión sobre eso: a unos les parece muy bien porque así lo organizaron y a otros nos parece muy mal porque rechazamos los espectáculos de magia cuando juegan con la gente.

Desde militares en traje de gala para recibirlo en el aeropuerto hasta servicio gratuito de transporte para asegurar el lleno en el estadio. El Congreso, el Senado, el Presidente de la República... ofrecieron apoyo logístico (es decir, económico) y respeto institucional para un espectáculo de masas privado en el que se abusó de la buena fe de creyentes y de la debilidad de enfermos.

No hay que ser agnóstico ni ateo para rechazar que se utilicen las creencias de unos y las enfermedades de otros, prometiendo la intervención divina. Y creyentes o no, hay que exigir a los que elegimos para gobernar y legislar que se dediquen a arreglar el país y no a traer “profetas” para que lo arreglen por ellos.

En febrero 2014, invitado por el Indotel, vino al país el Nobel de Medicina 2013, Dr. James E. Rothman. En Palacio fue recibido por cortesía por el ministro Montás y en la hemeroteca se recoge que estuvo en la Biblioteca Nacional firmando libros... A nuestros políticos y militares no les va la ciencia, les motiva más el mundo de lo intangible. O de la superstición directamente. También el curandero filipino Alex Orbito, que “sacaba tumores con la mano”, vino a hacer su número de magia a las Fuerzas Armadas en los años 90. (No aprendemos...)

Cada quien cree en lo que mejor le parece. Pero promocionar desde el poder político y militar los negocios privados espirituales a costa del dolor ajeno es inaceptable.

IAizpun@diariolibre.com

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