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Un ejemplo... ¿Y aquí, pa’cuando?

La foto era desgarradora, pero un ejemplo para un país que desea romper con el círculo vicioso de la corrupción y encaminarse hacia un futuro esperanzador.

Elías Antonio Saca, vestido con la camiseta de preso, se convirtió en el primer expresidente de El Salvador del período democrático en ser condenado por corrupción junto a algunos de sus ministros.

Saca, que era periodista, fue condenado a 10 años de prisión por el desvío y lavado de más de US$300 millones de dólares. El expresidente fue sentenciado a 5 años de cárcel por peculado y otros 5 años por lavado, y se le ordenó pagar US$260 millones.

También fueron condenados el excolaborador de la Presidencia Pablo Gómez y los exsecretarios de Comunicaciones y de Juventud.

Centroamérica ha dado un ejemplo de aplicación de la Justicia sin mirar a quién. Expresidentes en Costa Rica, Guatemala, Honduras y ahora El Salvador, han sido condenados. Del mismo modo, en Panamá se está juzgando a un expresidente.

Por el contrario, en nuestro país la tesis dominante es que “los presidentes no se tocan”, como si la corrupción fuese un mal que se puede combatir por las ramas.

¿Por qué no puede juzgarse a un expresidente? Se supone que la persona que fue investida con el mas alto honor que un país otorga a un ciudadano, debe comportarse a la altura de su deber, que incluye la administración pulcra y cabal de los fondos públicos y no utilizar su posición para beneficio personal.

No hay argumento para romper la igualdad de todos ante la ley. Hasta que no erradiquemos esa cultura, será imposible desterrar la corrupción en nuestro país.

atejada@diariolibre.com

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