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Una lección de buen gobierno

El asesinato del abogado Yuniol Ramírez y la implicación de funcionarios en el hecho, traen a la palestra el olvido en las administraciones del Partido de la Liberación Dominicano de un principio de buen gobierno que contribuye a la buena marcha de los asuntos públicos.

George Bernard Shaw decía que “los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismos motivos”, y tiene razón, porque es lo que aconseja el buen gobierno.

Un político que permanece mucho tiempo en una posición es tentado muchas veces, y va desarrollando la percepción de que es insustituible, se cree sabelotodo, y se arriesga a aventuras que si supiera su fin cercano y seguro, no haría.

Los gobiernos del PLD deben tener el récord de permanencia de sus funcionarios en las mismas posiciones. Son casi como los sillones en las academias: de por vida. Hay ministros que duran más de un período gubernamental en sus cargos, y nadie puede demostrar que no existen otros cuadros partidarios o profesionales que no puedan hacer una labor igual o superior.

Pero no todo es culpa del PLD. La ausencia de una oposición verdadera, la falta de coherencia en el ejercicio de las funciones públicas que le han otorgado las urnas, y las divisiones e intereses personales de sus miembros, han permitido que más de un desaguisado gubernamental pase casi desapercibido y sin sanción.

El cambio de funcionario contribuye, además, a dinamizar la función, rompe con las complicidades (siempre y cuando el nuevo no lleve su “equipo” a la nueva posición), y obliga a una auditoría que descubra prácticas malsanas.

Es la lección no aprendida por el PLD.

atejada@diariolibre.com

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