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Adiós al 2021 con una carta de despedida

Las Humanidades cuentan cada vez menos en las aulas, sus planes de estudio pretendidamente sintonizados con los reclamos laborales de la contemporaneidad

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Adiós al 2021 con una carta de despedida (SHUTTERSTOCK)

Negaba crédito al oído cuando escuchaba la radio una de esas mañanas en que el espíritu vagaba por espacios subterráneos durante los momentos más duros e inciertos de la pandemia. Un grupo de chicas andaluzas argumentaba con soltura a favor de la enseñanza del griego en la secundaria española, amenazado junto al latín con la expulsión del currículo escolar por la corriente en boga que privilegia al mercado sobre todas las cosas. Las Humanidades cuentan cada vez menos en las aulas, sus planes de estudios pretendidamente sintonizados con los reclamos laborales de la contemporaneidad. 

Se achica el espacio para los clásicos porque se les cree innecesarios y en modo alguno fungen de eslabón en la cadena de suministro. Consecuencia de ese reduccionismo han venido a menos otros pilares de la civilización como la Ética, la Filosofía, la Literatura, la Antropología, la Sociología, la música culta y otras disciplinas vitales para entender al mundo en sus dimensiones más complejas. Del griego solo conozco alfa y omega. Gracias a la nomenclatura de las variantes de la covid, acabo de incorporar dos letras más, delta y ómicron. Empero, las razones de las adolescentes españolas eran tan poderosas como para corregir mi ignorancia y sustraerme de las dudas existenciales en un planeta desorbitado por un virus letal y para el que todavía la ciencia carecía de respuesta. La raíz del castellano que nos comunica y demás lenguas romances está en el griego, punto de partida, además, para otros idiomas como el inglés y el alemán. De Grecia provienen nuestro sistema político y la cultura mediterránea, el noventa por ciento del vocabulario científico y técnico internacional, también la estilística y la educación como se conoce hoy en día. ¿Cuál de las manifestaciones del saber escapa a la omnipresencia de los mitos griegos? 

La marginación de las Humanidades de los centros de enseñanza es la antesala del empobrecimiento del intelecto. Se menoscaba la creatividad y, por ende, las artes como componentes esenciales de nuestra cultura e identidad. Una frase del Discurso del método de René Descartes extraída del latín abrió las puertas al racionalismo occidental, e ilustra con su aparente simpleza el porqué de la precedencia de las Humanidades en la formación: cogito, ergo sum; pienso, luego existo. Cómo pensar sin la savia espiritual que proporcionan los clásicos, la música, las artes; el talento que se afinca en el legado del universo grecolatino.

En estos últimos días de un año de esperanza y desazón, una carta con ocasión de su retiro por la presidenta del Festival de Salzburgo, reafirma mi convencimiento de que privar a nuestros jóvenes del conocimiento de su pasado no los hará mejores profesionales sino menos humanos. Cada verano, en esa impresionante ciudad austríaca, cuna del inmortal Wolfgang Amadeus Mozart, se verifica una verdadera fiesta del espíritu con un cartel de ópera, teatro, conferencias y conciertos. 

Es tiempo para recargar y alimentar las ideas, reencontrarse con uno mismo, adentrarse en el yo más profundo para arrancarle algunos de sus tantos secretos. La belleza de la ciudad milenaria y el paisaje circundante invitan al solaz. Están llenos de esas “cosas favoritas” cuyo simple recuerdo levanta el ánimo y a las que se canta en el filme memorable rodado casi en su totalidad en Salzburgo, The Sound of Music (La novicia rebelde). Una cita del maestro Nikolaus Harnoncourt encabeza la carta que recibí como uno más de los miles y miles de ciudadanos de todos los confines del mundo que periódicamente frecuentan el festival. Fue ese afamado director de orquesta, cuyo extraordinario talento como músico despertó la envidia del archiconocido Herbert Von Karajan hasta el punto de que lo marginó por años cuando oficiaba en el Festival de Salzburgo, un buen ejemplo del valor de las Humanidades por su ingente tarea en la interpretación historicista con instrumentos originales y el rescate de grandes composiciones prácticamente olvidadas.

Despido el año con una traducción del adiós de la periodista y humanista Helga Rabl-Stadler:

“El arte es un lenguaje que revela lo oculto, deja al desnudo lo sellado y da forma a lo profundo de su interior. Exhorta, emociona, inquieta y deleita. Este fue el meollo del discurso de 1995 pronunciado por Nikolaus Harnoncourt con motivo del 75avo aniversario del Festival de Salzburgo, con el que transmitió su mensaje a la audiencia. Como presidenta del Festival recién nombrada, esta idea me impactó de inmediato. El arte como un lenguaje que tiene el poder de impulsar todo lo conveniente, siempre que tú lo dejes.

“El arte como alimento”, para citar a Max Reinhardt, en lugar de un simple complemento decorativo para nuestras vidas.

“Hugo von Hofmannsthal resumió vívidamente nuestro cometido en Salzburgo cuando declaró que el Festival era “una cuestión de cultura europea, de eminente importancia política, económica y social”.

 “Al despedirme con afecto de esta institución, me llena de infinita felicidad haber podido servir a la Gesamtkunstwerk que es el Festival de Salzburgo durante más de una cuarta parte de sus cien años de historia.

 “Todos los elogios que recibimos de académicos y periodistas, así como de usted, nuestra maravillosa audiencia, son una confirmación tanto de nuestro mandato como de nuestra responsabilidad.

 »El Festival como brújula en tiempos inciertos.

 »El Festival como faro en la búsqueda de la propia identidad, del sentido de la vida.

 »Y el Festival como locus recurrente de la memoria europea.

 Sin embargo, la definición elegida por el filósofo cultural Bazon Brock me parece la más coherente: el Festival como una comunidad de devotos. Esto abarca tres fuentes de fuerza que trabajan en sinergia para lograr la maravilla que es el Festival:

 »Todos detrás de los escenarios, dirigidos por nuestro director artístico Markus Hinterhäuser, que cada año logra hacer de Salzburgo un epicentro de lo extraordinario.

 »Pero, sobre todo, son los artistas quienes se esfuerzan por crear no solo un espectáculo, sino actuaciones verdaderamente grandiosas que perduran en nuestra vida cotidiana. Como dice nuestro memorando para el centenario: “El Festival de Salzburgo se considera a sí mismo como un festival internacional: internacional por su programación, por los artistas que actúan aquí y por los miembros de la audiencia que vienen de todo el mundo”.

 »En cuanto a la fuerza que fluye hacia nosotros de usted, nuestro público, nadie la describió más maravillosamente que Max Reinhardt: ‘lo mejor no solo debe estar en el escenario sino también en el auditorio, si se verifica el milagro perfecto del que es capaz el teatro en una tarde propicia”.

“Ustedes, nuestros estimados visitantes del Festival, jugaron un papel decisivo para asegurar que la pandemia no arrojara una sombra oscura sobre el Festival durante las dificultades de los últimos dos años. Usted se unió y nos convirtió en una luz guía en 2020, tal como lo fuimos en 1920 y 1945.

 “Con esto, mi despedida como presidenta del Festival, les insto a que sigan alimentando su interés por el arte. Mantengan la curiosidad y la pasión. Soy una firme creyente en el poder del arte para ofrecer orientación en un mundo incierto. Con nuestro programa de ópera, teatro y conciertos de 2022, queremos hacer las preguntas correctas. Queremos animar a nuestra audiencia a pensar de forma más profunda y amplia. Queremos encender la imaginación para encontrar nuevas soluciones. Y estaré en la audiencia, a tu lado, como miembro de la comunidad de devotos.

 “ ¡Gracias!”

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Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Se ha mudado a la diplomacia, como embajador, pero vuelve a su profesión original cada semana en A decir cosas, en DL.