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La Brigada del Alba

La JD surgió a la luz pública a mediados de octubre de 1946

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La Brigada del Alba

Testimonio resumido de texto de Virgilio Díaz Grullón -con quien comparto bisabuelo ilustre- que perfila la proeza patriótica de Juventud Democrática, una brigada del alba libertaria que abrió surcos para que el sueño progresista fructificara.

“Las luchas se iniciaron con Juventud Revolucionaria en 1944, integrada mayormente por estudiantes universitarios opuestos a la dictadura de Trujillo. Operó en la clandestinidad hasta octubre de 1946, cuando salió a la luz pública con el nombre de Juventud Democrática. Clandestina, la JR fue organización celular que creció de arriba hacia abajo. Primero se creó un Comité Central y luego cada miembro organizaba células, cuyos integrantes formaban nuevas células. El fundador era el único enlace con la JR y las instrucciones se transmitían sólo a través suyo.

El primer CC de la JR lo integraron Manuel Mena Blonda, Félix Servio Ducoudray Mansfield, Diego Bordas Hernández y Carlos León Pumarol. Uno de ellos era el representante ante el Frente Interno de la oposición clandestina, integrado por el Partido Democrático Revolucionario Dominicano (que luego se llamó PSP), la Unión Patriótica Revolucionaria, liderada por el Dr. Viriato Fiallo (cuyo núcleo central, tras Trujillo, formó UCN) y la JR.

La primera actividad de la JR, que creó comités en Santiago y SPM, fue preparar un documento  denuncia contra la dictadura distribuido secretamente entre los participantes extranjeros de un Congreso Internacional de la Juventud auspiciado por la tiranía en ocasión del Centenario de la República. En el Hotel Jaragua, que alojaba a los delegados.

En julio de 1945 se preparó una proclama que incitaba a los jóvenes estudiantes y obreros, y al pueblo en general, a manifestar su repudio al régimen político imperante. Distribuida en la ciudad por brigadas de la JR que la introducían por debajo de las puertas de viviendas y oficinas públicas, a las 2 de la madrugada del 12 de julio del 45.

Los mecanismos de seguridad detectaron con anticipación esta operación y varios miembros de la JR, sorprendidos en plena distribución, fueron apresados, entre ellos Mena Blonda, Peña González, Lebrón Pumarol, Martínez Burgos. Otros se asilaron en legaciones extranjeras, como Juan Ducoudray e Iriarte Ramírez. Aunque la JR no fue aniquilada, la represión la desarticuló y sus actividades se redujeron a tareas organizativas y de concientización de simpatizantes. Este reflujo de la acción revolucionaria se prolongó hasta el 16 de octubre de 1946.

Trujillo, consciente del cambio en la correlación de fuerzas que a nivel internacional provocó la derrota del Nazi-fascismo mundial, hizo un llamamiento público a sus opositores ofreciéndoles garantías para formar partidos. Esta actitud demagógica del dictador, destinada a crear una fachada democrática a su régimen a tono con los tiempos, fue aprovechada por dos de las organizaciones de oposición interna: la JR y el PDRD, que se lanzaron a la lucha abierta y pública de masas, rebautizadas como Juventud Democrática y Partido Socialista Popular.

La JD surgió a la luz pública a mediados de octubre de 1946, mediante la difusión de una Declaración de Principios en la que se consignaban sus objetivos. El desarrollo y consolidación de un régimen democrático, progresista y popular, la libertad política e independencia económica del país y mejoramiento de las condiciones materiales y culturales de todos los sectores, en especial la juventud. Proclamaba la lucha contra todo género de explotación social y económica y abría sus brazos a los estudiantes, trabajadores y profesionales jóvenes, sin distinción de sexo, religión, raza o posición social, leales a la causa democrática.

Firmaban la Declaración, los miembros del CC, Salvador Reyes Valdez, Manuel Mena Blonda, Josefina Padilla Deschamps, José Antonio Martínez Bonilla, José Manuel Peña González, Juan Ducoudray Mansfield y Virgilio Díaz Grullón. Alfredo Lebrón Pumarol, José Ramón Martínez Burgos y Diego Bordas Hernández, del CC, no firmaron por razones atendibles.

La JD operó en la no.33 de la Arz. Nouel, residencia de los hermanos Martínez Bonilla, donde se edificó el cine Leonor. Editó el quincenario tabloide Juventud Democrática en la imprenta de Enrique Cambier, sita en la Luperón no.23, hoy 105. Con 14 ediciones, las dos últimas a mimeógrafo ya que en junio de 1947 el gobierno incautó la imprenta. De venta pública por los miembros de la JD, con igual difusión clandestina, circulaba también un Boletín Interno de orientación.

La JD constituyó comités provinciales públicamente. En Santiago integrado por Rafael Moore Garrido, Gilda Pérez, Manuel González Franco, Federico Pichardo Díaz, Amiro Cordero Saleta, Gustavo Adolfo Patiño Martínez, Tiberio Castellanos, Sobeya Mercedes Almonte y Orlando Bonnelly. En SPM por Juan Canto Rosario, Félix Barbosa Aquino, Víctor Manuel Ortiz, José Antonio Puello Ortiz, Álvaro y Edda Kidd Espinet, Rodolfo Oscar Soñé, Darío Domínguez Charro, Antonio Almodóvar y Máximo Mejía Medina.

Formó asimismo comités en la capital de estudiantes universitarios, en la Normal de Varones y la de Señoritas, y en diversos barrios. Díaz Grullón recuerda a Víctor Villegas, Juan José y José María Cruz Segura, Cecilio Grullón, Rafael Mieses (Cocuyo), Rafael Valera Benítez, Maricusa Ornes, Guillermo Chávez, Víctor Tavares, Miguel A. Román García, Lulú Quezada, Rubén Darío, Vinicio, Dinorah y Ligia Echavarría, Antonio Germán, Manolo y Modesto Lorenzo, Orlando Haza del Castillo, Luis Morales Peña, Silvio Nolasco, Rafael Calventi, Bienvenido Fuertes, Guillermo Sánchez Gil, Andrés Martínez Bonilla, Luis Ernesto Valverde del Castillo, Plutarco Sención, Roberto Sánchez Sanlley, Máximo Avilés Blonda, Octavio Estrella Mota.

También a Héctor y Guarionex Flores Ortiz, Giovanni y Angela Salvucia, Heinz Wiese Delgado, Carlos Lizardo, Federico Medrano, Rodolfo Coiscou Weber, Tomás Pujols, Rafael Franco, Máximo Luis Vidal, Mariano Fiallo, Lisandro Macarrulla, Mario y Víctor Sánchez Córdova, Brunilda Soñé, Jacinto Peynado, Antonio Mencía, Víctor Caminero, Juan B. Mejía, Leo Nanita Cuello, Rafael Sully González Mera, Marcio Mejía Ricart, y Francisco José Blanco Ramírez. A estos se agregaría otros como Poncio Pou Saleta, Julio Raúl Durán, George Arzeno Brugal, Donald Reid Cabral, Freddy Gatón Arce, Carmen Natalia, Manolo Valverde del Castillo y muchos más.

La JD realizó dos mítines masivos. Uno en la Plaza Rubén Darío, frente al Malecón, brutalmente reprimido por la Policía y los agentes de seguridad del régimen. Otro en Santiago, se desarrolló sin incidencias. En ambos se congregaron varios miles de simpatizantes. La JD participó en la Conferencia Continental de Dirigentes Juveniles celebrada en La Habana en marzo de 1947 auspiciada por la FMJD. Representada por Juan Ducoudray y Díaz Grullón.

Tanto JD como PSP mantuvieron una relación fraterna. Aunque tenían dirigencias paralelas y utilizaban tácticas distintas -e incluso dirigían sus actividades de reclutamiento a capas diferentes de la población-, siempre hubo un frente común a nivel dirigencial que discutía la estrategia general y las opciones en ambiente de camaradería. Había antecedentes de coordinación desde la etapa de la clandestinidad, cuando las dos organizaciones compartían con la UPR liderada por el Dr. Fiallo, lo que llamaban el Frente Interno de la oposición.

El 26 de octubre del 46 el PSP convocó a un mitin en el Parque Colón salvajemente reprimido. Luego de disuelto, los heridos fueron llevados hasta las embajadas de México, EEUU y Cuba como evidencias de los atropellos perpetrados. La Embajada de México estaba contigua al Hotel Jaragua con frente al Malecón. Los manifestantes recorrieron las Arz. Nouel, Palo Hincado y el Malecón, que engrosados ya contaban miles. Mientras los dirigentes del PSP negociaban con los diplomáticos mexicanos el asilo de algunos heridos, se notó un inusitado movimiento de tropas del ejército que tomaban posiciones, con armas largas, inclusive ametralladoras de pie, bloqueando el Malecón a todo lo ancho.

Dice Díaz Grullón: “No teníamos idea de lo que significaba aquel ominoso despliegue de fuerzas, pero parecía obvio que era impedir que continuásemos por el Malecón para subir hasta la embajada norteamericana vía la Socorro Sánchez. Advertidos, los dirigentes Ramón Grullón y Chito Henríquez subieron a la verja de la embajada de México y explicaron la situación a los manifestantes, indicando que, aunque desconocían las intenciones de las tropas, la manifestación seguiría el trayecto planeado y que quien tuviera miedo se fuera para su casa. Nadie se fue y todos, tomados del brazo y cantando el himno nacional, comenzaron a marchar hacia las ametralladoras.

Para sorpresa, ya prácticamente sobre ellos, los soldados se replegaron hacia el patio del Jaragua y tomaron posiciones en los jardines, como si se pensase que el objetivo fuese el propio hotel. La manifestación siguió su curso sin incidentes y completó sus visitas a las embajadas norteamericana y cubana, tal como se había previsto. Sólo al día siguiente se supo lo que realmente había pasado: esa noche había una cena de gala en el roof garden del Jaragua y Trujillo estaba presente. Lo que se proponían los contingentes armados no era reprimir la manifestación sino proteger al dictador.

Por primera vez Trujillo fue testigo personal y directo de la fuerza popular que había ganado el movimiento democrático. Cuya fortaleza, de repudio a su régimen, quizás le fuera ocultada por sus colaboradores. ¡Quién sabe si en aquella ocasión el tirano decidió liquidar el ensayo democrático que él mismo había auspiciado con fines demagógicos!

La lucha abierta y pública iniciada por el PSP y la JD en octubre de 1946, se prolongó hasta junio de 1947. Ocho meses de lucha desigual en la cual la poderosa maquinaria de la dictadura fue enfrentada a pecho descubierto por un puñado de hombres y mujeres jóvenes que no tenían otras armas que su amor al pueblo y su voluntad de contribuir a la conquista de una patria libre y soberana.”

Loor a la Brigada del Alba.

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.