Escasas amenazas
Es prematuro tratar de anticipar lo que sucederá en la segunda mitad del ejercicio gubernamental, en lo que respecta a la valoración de la población
Desde una perspectiva regional, la gestión gubernativa del presidente Abinader enfrenta pocas amenazas en comparación con otros gobiernos. Tiene que lidiar, evidentemente, con asuntos conflictivos como son la inflación, la delincuencia y la perenne (y cada vez más aguda) cuestión haitiana, pero no luce que alguno de esos problemas vaya a detonar manifestaciones masivas, disturbios generalizados o graves episodios de violencia. Le ayuda que las elecciones legislativas se llevan a cabo conjuntamente con las presidenciales, en lugar de a los dos años como una vez lo fueron, aunque a juzgar por las apariencias no le hubiera afectado mucho que se hubiesen celebrado este año. También cuenta con la mayoría que su partido posee en el Congreso, lo que le faculta para ejercer una gran influencia sobre lo que se aprueba y lo que no se aprueba. Y, muy importante, parece disfrutar de muy buenas relaciones con el sector empresarial, que lo ve como alguien receptivo a sus inquietudes y planteamientos.
Es pertinente observar que esa situación existe a pesar de la secuencia de calamidades que el país ha tenido que soportar, primero la pandemia con sus cierres de actividades y la caída del turismo, y luego las alzas de precio de los combustibles y los alimentos. Una cosa detrás de la otra, estando el virus aún activo y las causas de la inflación todavía vigentes.
Corresponde a los analistas políticos evaluar los factores actuantes sobre la fuerza de las diferentes agrupaciones, y a los sociólogos indagar acerca de las causas determinantes del nivel de tolerancia popular. Desde el ángulo económico incide el reconocimiento de que el origen de las dificultades ha sido mayormente externo. En todo caso, es prematuro tratar de anticipar lo que sucederá en la segunda mitad del ejercicio gubernamental, en lo que respecta a la valoración que le otorgará la población. Es posible que el camino le siga estando despejado, o que la percepción pública varíe y la demanda por transformaciones se acentúe.
Gustavo Volmar