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De España agradecido

Los inmigrantes españoles han contribuido al país

Soy un dominicano agradecido de la presencia laboriosa y servicial de tantos españoles que escogieron esta tierra para sembrar. Desde aquellos que llegaron al pródigo valle de Constanza a mediados de los 50 para plantar papas, repollos, zanahorias, cebollas, ajos y fresas, a los que acompañé siendo niño en la faena agrícola y acogimos en nuestra modesta villa de montaña y en el hogar de mi abuela en Ciudad Trujillo. 

Siguiendo por los artistas que, como nuestro vecino José Gausachs en la sancarleña Eugenio Perdomo, nos enseñaron a distinguir los colores de la piel multifacética del dominicano, ensanchándonos la perspectiva visual del alma. Y con él, encarnándolo, el maravilloso aporte de los refugiados republicanos de los 40.

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Infografía

Estos españoles o llamados popularmente “España”, desde las décadas iniciales del siglo pasado, nos alimentaron el apetito con la operación de almacenes de provisiones surtidos de mercancías diversas y de colmados de esquina que concedían crédito confiado. También instalaron ferreterías de primera línea para suplir materiales y artefactos que han levantado la infraestructura que nos cobija en esta ruta inevitable que cursan los huracanes anualmente. 

Maestros constructores e ingenieros colocaron sus saberes al servicio de nosotros. Algunos se aventuraron a fabricar mosaicos hidráulicos, como el catalán Turull, otros, más tarde, impulsaron industrias de pintura –Acebal, Fernández, Corripio. Los García y Valiente se movieron hacia la producción de varillas y tuberías de PVC. Menéndez puso mucho antes su afamada sombrerería en la Meriño. Gual ensambló camisas en Macorís del Mar. M. González Co. las camisetas Cub en Mejoramiento Social. Textiles Puig las medias Corona y Celso Pérez, el calzado de calidad.

Ernesto Vitienes incursionó en jabones y detergentes con Lavador. Nicanor Martínez con sus rones y licores -y claro, Barceló nos roneó desde Villa Duarte y Cochón Calvo desde la Billini con Siboney. Mientras Bernardo Arévalo y Manolo García Costa aportaron sus burbujeantes refrescos gasificados. Pascual Palacios desplegó la mejor ebanistería y Dorado su fundición artística. Y así en tantísimos otros emprendimientos acicateados por el modelo de sociedad en comandita, que otorga participación no sólo a los socios capitalistas, sino también a los que contribuyen con su labor en el plano gerencial.

Aparte de mi madre Fefita, quien poseía la destreza técnica y el sentido del buen gusto como costurera calificada, muchos españoles me ayudaron a vestir y a educar con sobriedad esa faceta clave de la convivencia en sociedad. De La Opera, retengo la orientación casi paternal de los primos Tirsín Ramos y Tomasín López Ramos. En la Casa López de Haro, los fraternos Antonio Rodríguez Villacañas y Miguel Torrón me auxiliaron con buen tino, junto al pelirrojo Paco. 

Un buenmozo Manolo González del Rey -quien culminaría su carrera en Santo Domingo gerenciando la sección de caballeros de Flomar, ubicada donde operó Cerame- establecería con Torrón una de las tiendas más elegantes del Conde: Torrey. Debo mucho a Marcial Corrales Manrique -desde la tienda El Palacio y otros locales especializados en tejidos y ropa como Flomar- los buenos consejos para seleccionar cortes adecuados de casimir, lino, gabardina, mil rayas o algodón, junto a su colega Florencio Salazar. En Ciro´s, me fueron suministrados paños ingleses de lana de sellos garantizados, con las atenciones de su amable dueño Manolo Valenzuela. 

Un querido amigo, Marcelino González Linera, me ha gratificado la existencia desde las emblemáticas tiendas González Ramos y Sederías California, siempre con su tijera terciada al cinto. Y Amós Sabrás -descendiente del venerable matemático republicano homónimo- fue funcional en escogencias correctas en La Opera, Ciro´s, La Gran Vía y Sederías California.

Santiago Iglesias, oriundo de La Coruña, ha sido desde que lo conocí en El Conde con Espaillat, y seguí su huella en el Centro Robles de la Lope de Vega y en local propio de la Winston Churchill, un verdadero inductor esmerado en prodigar el mejor servicio en trajes a la medida. Calificación aprendida por sus avezados sobrinos que aún mantienen encendida la antorcha de La Coruña.

Buena parte de esas tiendas y otras que no menciono, las frecuentaba originalmente junto a mi madre, acompañándola a escoger sus materiales de costura, observando y aprendiendo desde niño, poniendo atención a los parlamentos, preguntando sobre lo que no sabía. La otra misión que me entusiasmaba era la del avituallamiento del hogar, algo que todavía disfruto casi a diario, y que debo sin dudas al tesón de Fefita.

Por razones de logística de abastecimiento, mi madre hacía una primera incursión en la Casa Pérez de Bernardo Pérez, ubicada en la Palo Hincado con Arzobispo Nouel, frente al Parque Independencia -donde luego compraba picadura holandesa para alimentar mi pipa sartreana de estudiante. La ventaja de esta prelación consistía en el servicio ofrecido por el establecimiento: comprada la mercancía y colocada en fundones de papel de estraza, era despachada a domicilio en una guagüita. Lo cual nos permitía continuar realizando otras tareas. Muy eficiente y accesible, la Casa Pérez tuvo luego ubicación en Nouel con Pina, bajo concepto de supermercado.

A pocos pasos del Parque Independencia, los almacenes del llamado Hospedaje colindantes con la Ave Mella, donde mi madre compraba a nuestro vecino, el bondadoso don Pepito Pimentel, de los buenos genes comerciales de Baní. Los locales de Bello Cámpora y Adelino Sánchez en la 16 de Agosto. El formidable complejo del Mercado Modelo de la Mella, con sus ofertas bien organizadas de carnes y pescados frescos en la segunda planta, los víveres, verduras y vegetales clasificados en cuadrículas en la primera, así como las aves vivas en corral en el lateral izquierdo del exterior.

En la Mella con Santomé, el Colmado Nacional de la familia formada por Manuel González Cuesta y Mercedes Corripio Estrada, hermana de Manuel y Ramón Corripio Estrada, que habían trasladado el negocio fundado originalmente por González Cuesta en la José Reyes con Mercedes, a una localización más estratégica como punto comercial. Según refiere el tocayo José Manuel González Corripio en entrevista concedida al matutino El Día, los hermanos Manuel y Ramón, sus tíos, fueron instrumentales en esta nueva ubicación, al cederla.

Allí acudía junto a mi madre a “completar” la compra de la Casa Pérez. Y en los años finales, ya adolescente, a realizarla entera, pues adoptarían el servicio de envío a domicilio y se gozaba de una ventaja comparativa en cuanto a ubicación en la misma cuadra del Mercado Modelo. Más el cariño servicial de José Manuel, hombre de personalidad discreta pero efectivo. Frente a este local, se hallaba la Ferretería Cuesta, que posteriormente ocuparía la plaza de la Ferretería Morey en El Conde con Duarte, ahora recinto del Supermercado Nacional, que suple a los residentes en la Zona Colonial y a los turistas que la frecuentan.

El Colmado Nacional, ya convertido en autoservicio desde 1959, sería, tras la turbulenta Revolución de Abril del 65 y la subsecuente Ocupación Militar Americana, la base del moderno Supermercado Nacional de la 27 de Febrero con Abraham Lincoln y de la posterior erección del Centro Cuesta Nacional (CCN).

En centro comercial alojaría a la Ferretería Cuesta, la Casa Cuesta del Hogar, Cuesta del Libro, Juguetón, Bebe Mundo, Jumbo, La Bodega. Más otros locales independientes (bancos, joyería, cafetería, heladería, farmacia). Este grupo incursionaría también en el negocio inmobiliario con el Megacentro en la Zona Oriental y Ágora Mall en el Polígono Central. Asimismo, en el desarrollo ganadero: con carnes certificadas como los cortes Brangus, fruto de pacientes cruces genéticos. Proyectos como Origen, con la asociación de porcicultores y productores lácteos, ahora extendido a jóvenes chocolateros, el apoyo a microempresarios emprendedores, y la promoción de los atractivos e historia de nuestros pueblos. 

Otros establecimientos comerciales de españoles nos han llenado generosamente la panza. La Casa Velázquez de Manuel Velázquez y otros socios, quien fuera presidente de la Casa de España y de la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Agricultura. Su local de la Arzobispo Meriño esquina Luperón nos brindó acogidas entrañables junto a Freddy Agüero, los hermanos William y Manuel Read, León Bosch, Picho Hatton, con el servicio de buenos vinos peninsulares a precios de ganga, jamones y quesos, más el café Paliza No.5 molido tostado fresco. Reputado como pionero en el autoservicio a través de El Mercadito en la Bolívar, extendido a la Meriño.

El Colmado Ritz de la San Martín con Braulio Alvarez. El Santos de Nouel con Pina. El Argüelles en Billini con Bolívar, preferido de Hugo Tolentino y Milagros Ortiz Bosch, por la cercanía con el Buenaventura y las reliquias dormidas de caldos vinícolas españoles asequibles. El Colmado Piloña en Nouel con Sánchez del tío de José González Cano.

José Manuel “Pepe” Bustos, con su Supermercado Dominicano en la Máximo Gómez (hoy Nacional), Lope de Vega esquina Mejía Ricart (hoy Sirena Market, antes Pola), al final de la Sarasota (luego La Cadena), en la San Vicente (Bravo), nos ofreció buen trato y sentido innovador. Con experiencia previa en Supermercado Pueblo de la Correa y Cidrón frente al Morgan. derivó ganadero y presidente del Escogido. 

El Supermercado Asturias de Francisco Martínez en la 27 de Febrero -quien estuvo en la Dr. Delgado con César Nicolás Penson- hizo historia en cuanto a modernización. Edificio con varias plantas dotado de escalera eléctrica y un elevador panorámico de cristal que divisaba la perspectiva de la vía, el Asturias tenía en su mezanine una soberbia cafetería a la que acudía con frecuencia con mi hijo y amigos. Pollo dorado a la broiler con crocantes papas fritas y ensalada mixta, todo a cargo de una dama dinámica y simpática. En el tercer nivel amplio surtido de cristalería y tienda de Distribuidora Corripio.

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.