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De buena tinta - Los sobres no dicen Kendall

El Gobierno parece estar dispuesto a jugársela con la reforma, pero podría perder el impacto político

Nadie entiende por qué todavía no se ha aprobado la Reforma en un país donde todos son expertos en la materia. Si le preguntan al chinero de la primera esquina que se encuentre se tendrá una disertación propia de un graduado con excelentes notas en Yale o en la London School of Economics.

Los perversos no creen que el problema sea técnico, ni siquiera político, sino que al Gobierno se le ha olvidado que en el mercado nacional se vende un aceite de carros americano que mejora la vida del motor. Si a la Reforma le hubieran puesto Kendall, hace rato que todo estuviera resuelto.

Entretanto, van de reunión en reunión, y ni siquiera cuidan la forma, pues cualquier convocatoria de diputados al Palacio Nacional se hace sospechosa. Esa es una indelicadeza innecesaria. Si el proyecto está en el Congreso y los diputados tienen allí sus oficinas, ahí es donde debe hablarse lo que haya de tratarse.

También se cometen errores de fondo, como esa junta con funcionarios de la embajada norteamericana. Si después de cinco o seis rondas sin acuerdo, la pieza se aprueba, todo el mundo pensará que la influencia extraña produjo el milagro del consenso. No es posible que el Itbis al café y al azúcar retrase tanto ese asunto.