Cuando no se explican bien las cosas

Ya lo decíamos antes, que la figura presidencial hay que cuidarla con mucho recelo, y un ejemplo de la importancia de esa máxima acaba de ocurrir con la emergencia surgida en la mina de Cormidom en las montañas de Maimón.

El presidente Luis Abinader fue por la zona con la intención de brindar toda su ayuda para el rescate de los dos mineros atrapados en la entrañas de la montaña. El mandatario, en su buena fe, dispuso de los recursos locales y pidió ayuda a Canadá, con tal de que se notara que su administración está al pie del cañón a la hora de las emergencias.

Por ello, envió para la zona la perforadora del Metro y solicitó a Canadá el envío de otro aparato especializado para avanzar en los túneles de emergencia que permitirían sacar a los obreros. Cormidom, sin embargo, después de todo el andamiaje, ampliamente divulgado, ha señalado que las perforadoras serán usadas sólo si fuera necesario y que seguirían con su plan actual.

Esa decisión ha hecho quedar muy mal parado, en términos de proyección, al Gobierno, que ahora tiene una crisis de percepción, a pesar de obrar con buenas intenciones. ¿Debió Abinader meterse en eso? Esa es la gran pregunta.

Diario Libre

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