Los millones de la Navidad adelantada
La razón económica se toma vacaciones en estas fechas
Pronto llegará la temporada de los millones y, con ella, la vieja ilusión de que somos ricos por unas semanas. Es el rito dominicano de cada diciembre: la fiesta, el olvido, la tregua emocional que concede el doble sueldo y esa sensación de abundancia que se instala aunque las cuentas digan lo contrario. En ese clima, predicar contención es perder el tiempo. Nadie escucha advertencias cuando la Navidad toca la puerta con música, luces y oficios cargados de promesas.
Lo cierto es que este ciclo se repite con la precisión de un calendario litúrgico. Apenas se anuncia el pago, el país entero cambia de humor: los comercios se abarrotan, los pasajes suben, los restaurantes se llenan y hasta el tráfico parece celebrar. Hay familias que por fin podrán saldar deudas, otras que harán compras largamente postergadas, y muchas que simplemente se permitirán un respiro. Esa es la magia —y también la trampa— de diciembre: convierte la supervivencia en celebración.
Conviene, por tanto, no fingir sermones que nadie atenderá. La razón económica se toma vacaciones en estas fechas. Respiremos hondo y esperemos. De eso también se trata la Navidad: de concedernos, al menos una vez al año, la licencia de creer que todo está bien, aunque sea por un instante luminoso y fugaz.
