Suerte que tenemos el turismo
El turismo se ratifica como el motor resiliente de la economía dominicana
En 2025, el turismo dominicano volvió a hacer lo que mejor sabe: sostener la economía cuando otros motores dudan. No es una consigna oficial ni una exageración de folleto. Es un dato visible en aeropuertos llenos, hoteles con alta ocupación, empleos que se mantienen y divisas que siguen entrando con regularidad en un contexto internacional incierto.
Criticar al turismo como si fuera un sector menor, frágil o parasitario es injusto y desconoce su peso real. El turismo no es una exportación que llega caminando, que paga en moneda fuerte y que activa una larga cadena de producción local.
Cada habitación ocupada mueve agricultores, transportistas, suplidores, técnicos, artistas y pequeños negocios. Cada visitante consume bienes y servicios producidos aquí y deja ingresos que se redistribuyen en salarios, impuestos y consumo interno. En 2025, además, el sector mostró capacidad de adaptación: diversificación de mercados, mayor conectividad aérea y un crecimiento que no se limitó al sol y playa.
Diversificar sigue siendo una tarea pendiente. Pero diversificar no es descalificar. Es integrar lo que ya da resultados a una estrategia más amplia de desarrollo.
Minimizar el turismo es confundir fatiga social con análisis económico. Y en tiempos complejos, cometer ese error tiene un costo que el país no necesita pagar.
