Cada partido con su caudillo en la bolsa

Basta con verse el ombligo o el ombligo del vecino para darse cuenta de que aquí hay partidos que no llenan su cometido. No lo llenan porque sus dirigentes de años ni ceden ni conceden, que es como decir que no lavan, pero tampoco prestan la batea. Pero igual porque sus miembros carecen de temperamento y tienen ánimo propio de manada. Los llevan, los traen y los encierran.

¿Puede la Ley de Partidos cambiar esa situación? El optimista es un pesimista positivo, pero sigue siendo pesimista. Aunque podría calificársele de realista, de ver el vaso con el agua de nivel. Ni más ni menos.

En las modalidades de primarias se oculta lo principal. Los partidos no están pensando tanto en la ley como en la trampa. Un día el país amaneció con la consigna Lo que digan las bases es lo que va, pero a media mañana y antes del mediodía, el coro se modificó. Lo que diga Balaguer. Desde entonces lo que diga Peña, Leonel, Danilo, Miguel, Quique, y los demás. Cada cúpula anda con su dictador en la mochila. Con tanto sentido personal no puede sobrevivir lo institucional. El predicamento ahora es que las bases son para pisarlas, y bien pisadas.

Diario Libre