Carlos Sánchez se salió del libreto
Hay mil historias sobre la Plaza el jueves...
La concentración de la Plaza de la Bandera del pasado jueves ofrece tela por donde cortar. Aunque cualquier sastre se equivoque en las medidas.
La sociología tiene trabajo, e incluso especializado, pues no solo puede verse lo generacional, o el patriotismo de ocasión, o el contexto, o el lugar, o la circunstancia. Vale tanto la parte como el todo.
Por ejemplo ¿a qué dar mayor importancia, al manifiesto, el documento de conjunto, o a los discursos particulares, personales?
Cada causa llevó su geometría, y mientras unos iban en líneas paralelas, otros se fueron por la tangente. Carlos Sánchez es una muestra.
La cargó contra Leonel, y advirtió al PRM, cuando se pensaba que todos los cañones eran contra el gobierno que rendía cuentas bajo techo.
Nadie se distanció de su discurso, por lo menos públicamente, ni importó la rabia de los leonelistas de la secreta que asistieron disfrazados a la actividad.
El estupor fue entendible pues en el guión no estaba previsto decapitar a Luis XVI, y menos si María Antonieta tenía su propio espectáculo.
Un chiste malo lo hace cualquiera, pero ¿por qué en una ocasión en que las masas hacían furor?