Cuando no se quiere, no se puede...
Ese sería el problema de la Ley de Partidos
El dominicano podría pensar que no tiene capacidad para aprobar buenas leyes y olvidar los versos del poeta Incháustegui Cabral: “Que no se frustre nada”. Solo si no hace memoria o no recuerda cómo se logró el Código de Trabajo hace mil años, o la Ley de Educación tiempo después. El primero se puso viejo y la nueva no llena todo su cometido, pero por lo menos cuenta con el 4 % y con un poco más de gana será verdaderamente espléndida.
Eso fue lo bueno, pero si pensara más fondo tendría las reformas constitucionales, que siempre se salen con las suyas, y no importa el partido ni el candidato. Cuando se puede, se quiere, y como en ocasiones no se quiere, entonces no se puede.
El político debiera ser la solución, pero la historia dominicana confirma en cada época lo contrario. El político es el problema.
La Ley de Partidos la pusieron en manos de los políticos, y se tienen más de diez años sin resultado. Lo mismo que sucedería si se pusiera el Código Penal en manos de los criminales. Nunca habría sanción, y de haberla sería para reírse con los labios partidos.
El dominicano sí sabe aprobar leyes buenas, solo basta que quiera, y desde que quiera, puede.
Diario Libre
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