El departamento de las excusas

El departamento más difícil de armar y sobre todo lograr suma eficiencia, para un gobierno, es el de las excusas. El de meter la pata y sacarla bien.

La gente suele decir que “desde que se inventaron las excusas nadie queda mal” y entre personas funciona, pero no así entre gobernante y gobernados.

El affaire de los cien millones de pesos todavía desanda los pasos como alma en pena porque cada explicación fue peor que el primer extravío.

Contratar tenía sentido, pero debió hacerse como manda la ley de Dios y fue hecho a la manera de un personaje del altar que aún no es santo.

Regalar sublevó a los sargentos y el cuartel no sabe cómo defenderse, pues los ataques se suceden y cada vez con tropas más frescas.

Incluso alegar en el campo de batalla que el régimen anterior gastó más en artistas que la actual gestión, no es un resbalón, sino clavarse una cuchilla y herirse en los dos costados.

El antecesor fue más generoso, y de eso toman cuenta los beneficiarios, y repetir esquemas o prácticas insanas, no aprovecha al cambio.

Mejor dejarlo así y aguantar foete.

Diario Libre

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