El ignorado santuario de delincuentes

Lo malo es malo y como malo debe combatirse en cualquier tiempo y lugar. Solo que a veces se exagera lo menos importante.

La posesión irregular de un documento oficial por un extranjero es un delito que debe perseguirse y condenarse. Y mucho más cuando la intención es hacer daño. Sin embargo, es más grave que ese individuo dirija desde territorio nacional un negocio de drogas y que igualmente opere como sicario.

Se pueden atacar las dos situaciones, pero con el capo colombiano toda la sensación fue el uso de cédula y suplantación o falsificación de identidad.

El caso no es nuevo ni claro, pues primero se dijo que se acreditaba como ganadero venezolano. Le daba igual cambiar de piel, pero con el mismo esqueleto. Lo intrigante por tanto no era la identidad, sino la condición criminal, pues puede asegurarse que como Machete tiene que haber muchos colombianos que se mueven aquí de manera insospechable.

Como lo deportaron, parece que ya no es problema, pero ¿y sus congéneres? No existía duda al respecto, pero ahora se comprueba que el país es un santuario de delincuentes.

Y las autoridades, al parecer, no lo saben.

Diario Libre

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