El pesimismo, lo último que se pierde
Que la Virgen ilumine esas cabezas moras...
Si Luis lograra consenso y aprobación de sus doce reformas, se convertiría democráticamente en el Padre de la Patria Nueva.
Produciría un verdadero cambio en el país, incluso más allá del que ofreciera en campaña.
La mezquindad lo sabe y no lo va a permitir, pues la nobleza política no lleva a tanto, a aportar piedras para pedestal ajeno.
El pesimismo es lo último que se pierde, y la reacción y actitud de los partidos a la convocatoria no provoca otra sensación que no sea derrota, o entretenimiento, o juego artero.
Fueron invitados para hablar de temas específicos, y sin embargo, irán con las mochilas cargadas de desencuentros, de controversias, de imposibles entendimientos.
Domingo, a la hora de escribir, no se tiene confirmación de las partes, o se tienen decididas comisiones, y la cita es de dos por partido.
Lo de hoy lunes será un topado, un determinar el ánimo de los gallos, si de pelea o manilos, y ojalá que la Virgen ilumine esas cabezas moras, preste su planta divina y se haga luz.
Aunque Luis debiera desde ya, o desde antes, ir pensando en planes alternativos, oficiosos, para llevar adelante su propósito.
¡Cuánta falta hará Agripino!