El problema es que no hay árbitros...

El problema no es Leonel contra Danilo, o Hipólito contra Luis, o Ito contra Quique. El problema es que en sus respectivos partidos no existen mecanismos de consulta apropiados. Que no desestabilicen el proceso de selección de sus candidatos, ni dividan la organización, debilitando sus posibilidades electorales.

¿Qué de malo puede tener que los seguidores de Leonel se reúnan en La Vega o los de Danilo en la capital? No es verdad que por más reunirse unos adelanten a otros.

Tampoco que Funglode sea un centro de conspiración contra el gobierno o el Palacio Nacional un laboratorio en que ensayan formas de dañar al expresidente.

La histeria de danilistas y leonelistas abulta una situación que podría resolverse de muchas maneras. Ni siquiera hay que ir muy lejos. Basta con quedarse en la mitad. Por ejemplo: que no aspire el actual mandatario a un nuevo período y deje de lado su antecesor los afanes de repostulación. Que tranquilice Danilo a Peralta y Leonel mande a callar a Franklin.

Ese taconeo de flamenco fuera del mesón inquieta, y con cerrar el local se eliminan los golpes de falda y los movimientos de mano.

¿O hay de otra?

Diario Libre