El que habla mucho... puede desbarrar
Sesenta años de cárcel parecen demasiados...
Va a ser difícil quitarle al dominicano ese afán por figurear en los medios, de aprovechar situaciones para colar sus opiniones.
La democracia es cosa de todos, y los derechos y las libertades serán más decisivos en la medida que su uso sea masivo.
El problema está en que la gente habla por hablar, y antes que aportar, desbarra.
Existe un código que se aplica en los tribunales y otro en proyecto que no acaban de convertir en ley. Las actuales penalidades de 20 a 30 años debieran ser suficientes para disuadir el crimen. La pieza que cursa en las cámaras propone 40, 50 o 60 años.
Sin embargo, cuando se produce un hecho lamentable, como el de David Ortiz, aparecen voces desproporcionadas que reclaman pena de muerte.
Ni siquiera entran en consideraciones ni ofrecen estadísticas que convenzan. Solo que muerto el perro se acaba la rabia, aunque la realidad discrepe.
La desgracia no está en la pena, sino en el cumplimiento. Uno de los sospechosos fue condenado no hace mucho, pero ya estaba en la calle.
Nada nuevo ni extraño, pero que revela que la fiebre no está en la sábana, sino en el enfermo. El código hace, la penitenciaría deshace.