Hay una masa que se mueve...
Solo donde piensa que hay grasa...
Pasó – diría Sabina – como pasan las cosas. Solo que no se tomó nota, ni se analizó y mucho menos se pensó en las implicaciones que tendría el fenómeno.
El efecto del rumor no confirmado y que en estos días es más frecuente y audaz. La semana pasada para no ir muy lejos.
El lunes cundió el pánico al correr la especie de que el toque de queda sería de 24 horas y las filas en supermercados y bancos no pudieron ser más largas.
Igual circuló la especie de que la ayuda del Gobierno sería entregada en Megacentro y la gente acudió en masa y siguió acudiendo a pesar del desmentido o aclaración.
Ese mismo sentimiento loco explica las paradas, marchas y exigencias de la herencia de la familia Rosario, que los ajenos toman a relajo, pero no los interesados o potenciales beneficiarios.
Políticamente podría significar mucho pues es una masa que se mueve y participa. Es la que asiste a los mítines, va a pie en las caravanas y vota en las elecciones, o no lo hace, según sea el humor del momento.
Es creída, pero no incauta, porque no se mueve por el movimiento, sino por lo que supone al final del arco iris.