Huyéndole a la ley de partidos
Los partidos siempre tienen una excusa...
Nadie que no sea político en ejercicio podrá entender porqué se huye como el diablo a la cruz a la llamada ley de partidos. Solo basta mencionarla y la reacción no se hace esperar.
Cada interesado lleva el aplazamiento a flor de piel. Aunque nadie pronuncia un no absoluto, sino condicionado.
Aprobarla ahora sería ilegal e inconstitucional, se dice sin rubor, como si lo que fuera bueno pudiera convertirse en malo por efecto de la circunstancia.
Lo mejor sería dejarla para después de las elecciones, y así se recuperan todas sus excelencias. Si es una panacea, no hay porqué apresurarla.
Incluso, se olvidó que de por medio estará Semana Santa, tiempo en que se impondrá una tregua, y durante la cual no convendría discutir asuntos de esa envergadura.
La política tiene derecho a una pausa, y puede vacacionar o reflexionar como un ciudadano de a pie, pues para algo están los templos, y por igual las playas y las montañas. Mucho más si el asueto será colectivo.
En los partidos hay problemas, y la campaña tropieza tanto que en el cualquier momento cae y se rompe la crisma. Pero ¿cuándo no?
Diario Libre
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