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De buena tinta

La bulla es parte del dominicano

Cuando sea, a todos pesará lo de las primarias

El que lleve tiempo en este territorio y conozca al político dominicano como si lo hubiera parido, no se sorprende de que toquen tantas bocinas. Cualquiera mejor dice claxon y evita las malas interpretaciones, las inferencias perversas, las implicaciones malvadas. La bulla es parte del diario vivir, y como el político dominicano no sabe conceptualizar, según una célebre opinión, todo se resuelve tocando con dos palitos.

Un embajador norteamericano que escribió un libro con la experiencia de su gestión, nunca entendió la costumbre del dominicano de subir el volumen de la radio en medio de una conversación. No buscaba tanto oírse como disimular sus confidencias con el celofán de la música, que se sabe nunca es clásica, sino tropical.

Celaya, un poeta, se preguntaba por qué habla tan alto el español, y aunque las culpas nunca son de España, sino del tiempo, podría saberse de dónde le viene al dominicano ese amor por el ruido. Ya llegará el silencio, el sosiego, pues la pandereta cansa la mano y no se toca igual con la derecha que con la izquierda. Cuando sea, a todos pesará que las primarias sean abiertas o cerradas. Como pasa con todo aquí.