Las cámaras han cambiado el juego

El producto bueno se vende solo, sin necesidad de jututo o guagüita anunciadora. Las cámaras del servicio 911, por ejemplo.

Fueron sensación desde el comienzo, dieron a la capital apariencia de metrópoli y hay que reconocerlas como el auxiliar más confiable de la Justicia. De policías, fiscales y jueces. Las cámaras nunca duermen, y mejor todavía, tampoco mienten. Lo que se comprueba cada día y en las peores circunstancias.

En el caso del abogado y profesor se lleva las palmas y deja claro que opera como un hermano mayor, ya que si no capta adentro, sí en el derredor. La falta de cámaras en el recinto de la Uasd —se pensó— impediría el esclarecimiento de por lo menos el secuestro. Y sin embargo no. Las de afuera hicieron tan bien el trabajo que una hipótesis desmiente a uno de los confesos asesinos. La muerte sucedió dentro del perímetro y no fuera. La inteligencia oficial quisiera reivindicar el logro, y a quien Dios se la dio, San Pedro de Macorís. Aunque las cámaras se acreditan solas. Montalvo sacó la cabeza para que se recordara que era el padre de la criatura, pero la verdad se reitera: lo bueno se vende solo.

Diario Libre