Si fue coincidencia, fue muy mala...

Desde que la casualidad se asumió con rigor científico y dejó de llamarse chepa, las ocurrencias ya no son inocentes y por demás se deben a un propósito. Podría decirse que muy traído por los moños, o en todo caso recordar que para moño bonito hay que aguantar jalones.

No es casual, no puede serlo, que el mismo día que unos haitianos que se pretenden dominicanos lleven a cabo un acto de protesta, un músico venido del otro lado de la isla ofrezca un show incongruente. No es casual porque Martelli, el expresidente-cantante, se hizo el gracioso, todo un seductor, y quiso ganarse la simpatía de los dominicanos profesando amor a una dominicana.

Quiso decir soy uno de los suyos, acéptenme como tal, del mismo modo que la parada de sus pares en el parque Independencia, todo un agravio a los padres fundadores de la nacionalidad dominicana.

Por alguna razón, y peor aún, una razón que no se conoce, el tema haitiano quiere replantearse como si se estuviera partiendo de cero.

Ojo al Cristo que ya se sabe que no es de plata, pero tampoco de madera.

Diario Libre