Todos apuestan a la apelación...
Aunque soñar no cuesta nada, dicen...
El mejor fallo en justicia debe ser uno que no complazca a ninguna de las partes. El juez Francisco Ortega parece familia de los Ortega y Gasset de don José, pues entendió y aplicó bien lo del hombre y su circunstancia.
Se le oyó decir bajito y sin que lo oyeran los cara pálida víctimas de su jurisprudencia: “Yo soy yo y mi circunstancia”. La Procuraduría quería que declarara complejo el proceso e impusiera año y medio de coerción a todos sin excepción. Sin embargo, como Salomón, mitad y mitad. Acogió lo de complejo y repartió los 18 meses entre todos los presos, discriminó, dio y quitó, como en un bazar de suerte equivocada.
Los abogados creen, los afectados aseguran y la calle espera que en la apelación se mantenga el mismo espíritu de circunstancia, sea diferente el ánimo y a todos les arreglen la carga en el camino.
Como Najayo queda cerca de Santo Domingo y de San Cristóbal, con una decisión más sabia, o más humana, todos podrían irse caminando a sus casas.
Pilarín tiene el sueño pesado, pero depende. A veces se le aligera y despierta del lado bueno de la cama.