Un viaje que sí ha dado de qué hablar

China es un hueso duro de roer y nadie se atreve en el país a meterle el diente. Se saludó con entusiasmo el inicio de relaciones e igualmente el viaje tan rápido del presidente.

No hay problema, pues, y el cielo luce tan despejado que ni siquiera la embajadora norteamericana interfiere. Se entretiene bailando bachata y eso porque todavía no conoce el perico ripiao. Cuando la inviten a una enramada de piso de tierra y pruebe el puerco asao en puya, se olvidará de los Wikileaks y de las cañoneras.

La sensación es tanta que la agencia de prensa de allá, la oficial, habló de la maravilla de que los dominicanos cuenten ahora con mil doscientos millones de nuevos amigos. Con recordar que Roberto Carlo se conformaba con solo un millón, o que los norteamericanos se daban por satisfechos con que cada chino consumiera un McDonald o una Coca Cola, el trato deja beneficio.

Sin embargo, como la democracia dominicana es comida para llevar, no se pasa por alto que la delegación fuera tan numerosa de funcionarios, de empresarios, pero sobre todo de periodistas.

Dirán que Marco Polo viajó solo, pero en ese entonces no existía Última Hora.

Diario Libre