Nicaragua

No deja de sorprender la impunidad con que actúan Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua. Una dictadura sin disimulos que no recibe apenas  rechazo público ni decisiones conjuntas por parte de los países de la región. 

En su día, el canciller dominicano levantó la voz por el pueblo nicaragüense, pero no han seguido acciones de las organizaciones internacionales con autoridad. La farsa de los juicios a los presos políticos retrata un régimen que ha empobrecido todavía más a Nicaragua.  Mientras estos simulacros legales se producen, ha muerto en la cárcel un histórico sandinista, Hugo Torres, que para más ironía, fue quien liberó de la prisión a Daniel Ortega en 1974.

La situación de Nicaragua lleva a pensar qué utilidad real tienen los organismos regionales que aspiraron un día a unir a los países del área.

Nadie quiere intervenciones extranjeras en países soberanos. Pero el progreso dictatorial de los Ortega Murillo ha avanzado año tras año ante la opinión pública mundial. No puede decirse que no se veía venir. Su toma de posesión retrató a una región dividida que ha preferido mirar, en este caso, para otro lado.

Diario Libre

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