Esmeralda
La muerte de la menor de 16 años, Esmeralda Richiez ha conmovido a la sociedad dominicana
La muerte de la menor de 16 años, Esmeralda Richiez ha conmovido a la sociedad dominicana, no solo por la atrocidad del suceso, sino porque revela debilidades sociales estructurales más propias de una sociedad que se desmorona en sus cimientos que de una que se encamina hacia la igualdad y el desarrollo.
La muerte de un menor toca las fibras más sensibles de la sociedad. Que en el hecho se haya visto involucrado un maestro, y que la menor no fuera adecuadamente asistida, por causas aún por determinar, enturbia más el caso.
Pero hay una realidad que entristece más y no solo a la familia. Las redes se convirtieron durante días en un foco de ruido y contaminación mediática deleznable.
Se vilipendió a la niña muerta, a su familia, a sus amigas, a todo su entorno. Sin que las autoridades hayan expedido el resultado definitivo de la autopsia ni se conozca la acusación contra el adulto que se entregó, corrieron como pólvora toda suerte de comentarios, hipótesis, insinuaciones a cual más vejatoria para la víctima. Eso, como sociedad, también debemos revisarlo.