Aquellas lluvias...
El homicidio de Mateo Aquino Febrillet, aunque no fuera intencional, es fruto de las tantas perversidades que hemos estado permitiendo en la sociedad dominicana como si fueran cuestiones normales.
Hemos aceptado que los sindicalistas del transporte diriman sus diferencias a palos y tiros, y lo hemos aceptado como “cosa de ellos”.
Hemos admitido que los políticos se repartan los cargos de elección popular entre los más agresivos o más amigos, imponiéndole una camisa de fuerza al votante, que debe acudir a las urnas a “cumplir su deber ciudadano”. Cuál deber, si no tiene derecho a una elección justa.
Todo esto es consecuencia de la corrupción de los partidos, y ya se sabe que una sociedad que tiene alta inclinación para la corrupción la tiene también para la violencia. Así es que no vengan ahora los políticos a lamentar situaciones que ellos mismos crearon con su ambición, su desdén a crear organizaciones éticamente fuertes y su incapacidad para resolver los problemas internos de los partidos. Aquellas lluvias trajeron estos lodos.
Diario Libre
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