Institucionalidad perdida
Uno de los mayores daños que se le está haciendo a la democracia dominicana es la pérdida de institucionalidad que se refleja en que los temas más importantes de la agenda nacional se dirimen en espacios ad-hoc, ajenos a los órganos representativos.
No es que no deban existir órganos intermedios, sino que el papel de los mismos debiera limitarse a la articulación de intereses en conflicto antes de que lleguen a las instituciones encargadas de las políticas públicas.
El daño a la institucionalidad democrática ha sido cometido, en muchos casos, por los integrantes de los mismos organismos que han perdido su legitimidad o no son capaces de llegar a acuerdos razonables en beneficio de la entidad que sirven y sus comunidades.
El ejemplo más sonado es el del Poder Legislativo que se ha convertido en un sello de goma del Poder Ejecutivo y en una marioneta de los partidos y de los grupos de interés.
Es lamentable también que muchos renieguen de los tribunales para dirimir sus conflictos.
Necesitamos rescatar la institucionalidad perdida.