¿Qué esperar?

Es verdad que la pandemia del COVID-19 nos ha golpeado y nos ha obligado a cambiar, forzosamente, algunos de nuestros hábitos más característicos, pero de ahí a esperar milagros es como pecar de ilusos o de ingenuos.

Por ejemplo, la Iglesia espera que el país sea menos corrupto cuando salgamos de la pandemia, cuestión harto difícil si aceptamos que en la misma pandemia continuamos con nuestros hábitos de hacer compras sobrevaluadas y todo el catálogo de lindezas que caracterizan a nuestros políticos convertidos en comerciantes.

Los que esperan que los dominicanos observemos un mejor comportamiento es obvio que no ven televisión ni leen los diarios.

El problema está en que los cambios que se observan en estos días son forzosos, no voluntarios, y los cambios perdurables en la conducta de las personas son el resultado de la educación permanente, de una familia que cultiva valores y del convencimiento de que para vivir en sociedad se necesitan valores de respeto, tolerancia y empatía. Cuando eduquemos en valores nuestros cambios serán permanentes.

Diario Libre

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