Tenemos que creer

Uno de los peligros más grandes a que se enfrenta la democracia dominicana es a la destrucción de la credibilidad de las instituciones del sistema.

Todos, desde los políticos irresponsables hasta los ciudadanos que las sufren, hemos colaborado al desprestigio de las entidades que deben dar sostén a la institucionalidad en el país.

Ello, junto al afán de autoflagelarnos de los dominicanos, pues nos encanta hacernos mártires de todo lo malo.

El dominicano promedio de hoy no cree en los políticos, en los partidos, en la justicia, en la policía, en los legisladores, en los alcaldes, en la prensa, en las iglesias ni en los maestros. Es decir, no tenemos nada de donde agarrarnos porque aparentemente, aquí nada sirve.

A ello ha contribuido también una campaña permanente que afianza esa falta de credibilidad.

En cualquier caso, los dominicanos tenemos urgentemente que cambiar de chucho. Tenemos que exigir más, pero también intentar creer más. No se puede construir una nación fuerte si no creemos en nuestras posibilidades. Sin fe, se derrumba el edificio social.

Diario Libre