En directo - EL Decálogo DE UN JUEZ

En momentos en que la sociedad enfrenta males de toda índole, en los cuales se ha perdido no solo el respeto a derechos fundamentales como el derecho a la vida, a la salud, a la educación, al trabajo, a una vivienda digna, a la alimentación, sino también a un elemento esencial e intrínseco del ser humano: La sensibilidad, que toca a lo íntimo y a lo social, asistimos de manera pasiva al deterioro de los valores morales propios y permitimos que se quiebre así el orden ya establecido por la Ley.
Por esto se hace imperativo que el Poder Judicial consolide su independencia real, distante de ser genuflexo ante intereses espurios de cualquier naturaleza. Y por eso me motiva puntualizar las que creo son características esenciales de un buen Juez ajustado a los tiempos modernos.
Y siendo como es, parte esencial de la modernización de la justicia, todo buen juez debe estar dotado de condiciones particulares que garanticen una sana y equitativa administración de justicia, y contribuya así a su independencia. Estas características quiero llamarlas: El Decálogo de un Juez, que a continuación definimos:
- Honestidad, porque con esto se encierra la decencia, la justeza, el recato y la honradez, la integridad.
- Objetividad, para decidir sin pasiones y ponderar con buen juicio los hechos.
- Independencia, para que en sus decisiones no haya influencia de ningún otro poder del Estado, ni de sectores influyentes de la sociedad.
- Educación, para que al tiempo que administre justicia, enseñe con su ejemplo y eduque con su consejo al ciudadano que accione en justicia
- Equilibrio, para que al dirigir el proceso y evaluar los hechos, sostenga el adecuado temperamento, de modo que pueda formarse un juicio exento de emotividad o de pasión sentida.
- Imparcialidad, para juzgar sin prejuicio alguno, decidiendo con racionalidad, justeza y
- lógica, ausente de inclinación afectiva, económica o partidaria y que no discrimine en razón de sexo, religión, raza, color o género.
- Sensibilidad, al dolor y a la pena, pero sin sucumbir a la emotividad siendo su equilibrio emocional el soporte que le evite cometer injusticias.
- Responsabilidad, para responder en su ejercicio con rapidez en el sagrado deber de impartir justicia a tiempo, con una mística de servicio incuestionable.
- Competencia, para ejercer con aptitud su función, siendo estudioso e investigador, con capacidad para ajustarse a los tiempos modernos y acorde a los cambios jurídicos.
- Discreción, que debe acompañar de la humildad, para guardar el secreto profesional en sus deliberaciones y saber aceptar un error y enmendarlo.
Lo anterior garantiza un ejercicio objetivo e imparcial de un juez moderno, que no comprometa sus decisiones con compensaciones de ningún tipo, siendo estas fundamentadas en los hechos y el derecho. Podríamos entonces concluir que estamos ante un juez prudente.
Debe estar dotado de un temperamento que le permita ver los hechos, para aplicar el derecho con claridad y sentido común, que escuche con paciencia al que interviene en el proceso y sobre todo, que sea reverente ante la ley, sin arrogancias ni necias imponencias. En estos principios debe descansar la grandeza de un juez.
Es evidente que la sagrada tarea de impartir justicia es inherente a la vocación de servicio que acompaña al juez, con la ineludible virtud de la paciencia y sapiencia, que con buena salud física y mental y una ordenada responsabilidad económica, evidencie capacidad y carácter ante presiones que no logren vulnerar su imparcialidad.
El juez moderno, que es justo y equilibrado, además de aplicar el texto de la ley, toma en cuenta el componente cultural de esta, con el propósito de interpretarla favorablemente y auxiliarse de los precedentes jurisprudenciales, la doctrina y las costumbres, en los casos que la situación lo amerite.
En tanto el juez podrá con su alta investidura pautar conductas y a través de sus decisiones normar un comportamiento social adecuado. Decisiones, que siendo ejemplos de legalidad y justeza, generen un referente moral importante frente a la sociedad. De esta manera se contribuye al respeto a la ley y porqué no, a incidir en la disminución de la criminalidad que nos arropa.
Es innegable, que un juez en su delicada labor, que trasciende a lo social, es sostenedor fundamental del equilibrio en que debe descansar la estabilidad política, social y económica de una verdadera democracia.
La autora es abogada.-
Diario Libre
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