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En directo - RECORDANDO A DON PEDRO RIVERA

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En directo - RECORDANDO A DON PEDRO RIVERA
Pusieron en circulación el libro "Don Pedro Rivera, un hombre irrepetible". Fue escrito por Virgilio Alcántara. El acto fue en el majestuoso auditorio del Banco Central de la Capital.

Recibí la invitación, pero no pude asistir. Por una de esas extrañas coincidencias de la vida, ese mismo día tuve que trasladarme justamente al lugar de sus raíces, a su cuna de afectos: la provincia de La Vega.

Lamenté que esa actividad tan significativa, no se realizara allá, en su pueblo. Así hubiera podido asistir junto a personas con las que compartió afanes, madrugadas de trabajo, sueños y éxitos. La verdad, que los cibaeños tuvimos más oportunidad de conocerlo en su diario vivir...

Durante este viaje a La Vega, fluyeron en mi mente muchos recuerdos de este compadre y amigo de mi padre. Tenían en común el amor al campo y su dedicación al trabajo. Era su hobby favorito. Al pasar por la Cumbre recordé que en ese lugar fue el accidente automovilístico que término con la vida de Don Pedro.

En ese entonces, me desempeñaba como Directora de Relaciones públicas del Grupo Pedro A. Rivera. Nunca olvidaré que estaba en su oficina de La Vega cuando recibimos la llamada con la triste noticia.

Muchas historias han surgido sobre sus éxitos. A mi juicio, la clave era que tenía aspiraciones, metas y simplemente se dedicaba en cuerpo y alma a alcanzarlas. Tomaba decisiones y resolvía sin mucha burocracia. Su espíritu de trabajo y perseverancia, eran admirables. Por eso triunfaba. Tenía una personalidad encantadora. Donde llegaba el ambiente se llenaba de energía y optimismo. Su amplia sonrisa y saludos afectuosos, arropaban por igual a pobres y ricos. Los empleados de sus empresas le tenían confianza y respeto. Miraba las personas como estudiando su sentir. Poseía la sabiduría natural que proporciona el contacto con las plantas, animales y la vida sencilla de la gente del campo...

Cuando llegué a La Vega, pasé por Induveca, una de las empresas que fundó, y por la avenida que lleva su nombre. Sonreí con satisfacción...

Cumplí con mis compromisos en esta ciudad y seguí a la finca de mi familia en El Naranjal. Muy cerca está la que perteneció a Don Pedro. Allá vivió por muchos años. En todas partes, disfrutaba plenamente, ayudando los necesitados. Para canalizar estas ayudas, se procedió a crear una Fundación...

La verdad que todo cambia, pasa, termina. El único eterno es Dios. Su hijo Jesús, el amigo que no falla. Del hombre, lo más duradero y hermoso son sus huellas intangibles. Las que hablan de retos, coraje y principios en pro de objetivos. Las personas son irrepetibles, pero a alguien, quizás al menos esperado, le ayudan sus lecciones, las imita. La materia es solo consecuencia. No hace la gente y nunca ha logrado esconder lo que en realidad son.

Me complace que hayan decidido plasmar en un libro, pinceladas sobre la intensa vida de este hombre, quien procediendo de los estratos más humildes, llegó hasta donde se lo propuso. Trataré de leerlo. Estoy segura que este distinguido escritor sabrá destacar los motivos por los que Don Pedro caló tan hondo en quienes le conocieron, no al empresario exitoso ni al hombre público, sino al ser humano que jamás pretendió deslumbrar con sus bienes materiales.